Anne Marie Sendic fue, junto a algunos amigos uruguayos, fundadora de la Fundación Chamangá. En el año 2001 establecieron las bases de la “Fundación Chamangá para la formación de jóvenes vocacionales” y desde entonces luchó por ella, con tenacidad e inteligencia.
En aquellos años, la región se sumía en una profunda crisis económica y el mayor deseo de muchos jóvenes era emigrar de este pequeño país. En medio de esa crisis, Anne Marie creyó que valía la pena apostar por los jóvenes uruguayos con vocación.
Como dice otro de los referentes de la Fundación Chamangá, Marcos Supervielle, las ideas de vocación y motivación no se separan. La vocación es un norte que una persona se da para construir su lugar en el mundo, su identidad, y para proyectarse hacia el futuro e insertarse en la sociedad.
Anne Marie tenía muy claras estas ideas, y así lo expresó en su última visita. Mariel, una de las becarias de la Fundación, recuerda que dijo al conjunto de becarios: “En la vida lo fundamental y lo que va a ser la guía para la felicidad de ustedes con sus parejas, sus hijos y el éxito que puedan lograr, seguramente va a estar ligado a si pudieron afirmar su vocación, desarrollarla y aplicarla en la sociedad en la que viven”.
Así fue siempre, sencilla y contundente. En los 17 años de la Fundación, Anne Marie siempre estuvo. Su presencia fue fundamental y su generosidad enorme. Vital, apasionada por sus ideas y valiente para defenderlas, sostuvo iniciativas que harán historia.
Los integrantes de esta comunidad que es la Fundación Chamangá estamos muy, muy tristes. Pero también estamos muy agradecidos por haberla conocido, somos mejores personas desde entonces. Anne Marie no se va, se queda en este proyecto que vive, que con orgullo seguirá llevando su enorme legado.